Tras la última actualización de Rutea Canarias en 2015, y habiendo decidido no continuar con el proyecto, nos quedamos vacías. ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? ¿Qué camino seguimos?
¡A por otro proyecto!
No queríamos perder nuestro foco: el desarrollo de cacharritos (dispositivos, sistemas, lo que surgiera), y hasta ese momento, hablamos de 2015, habíamos estado dando tumbos por la vida y haciendo las cosillas que nos iban saliendo, que por supuesto era mayoritariamente software.
Después de estar dándole vueltas al asunto decidimos que lanzaríamos nuestro propio cacharrito. Entrar en el mercado del hardware es complejo, ya que dar con la tecla que lance un producto al estrellato o que un cliente te llame para que desarrolles algún dispositivo es bastante difícil, pero como se dice por ahí «Nothing is Impossible», así que ¿por qué no intentarlo?
Sabíamos que el camino no iba a ser fácil, pero como buenas motivadas que somos, allá que nos adentramos. Ahora tocaba decidir qué íbamos a desarrollar.
Estamos muy concienciadas y comprometidas con lo social, el medio ambiente y los animales. Creemos firmemente que con un uso adecuado de la tecnología podemos ayudar a la sociedad, y en general, al mundo. Por lo que nuestro cacharrito tenía que ser algo que sirviera de apoyo o ayuda.
Para terminar de definirlo hicimos varias rondas de brainstorming, debatimos sobre nuestros intereses y cómo podíamos aportar algo al mundo, planteamos diferentes escenarios, y finalmente nos decantamos por un buscador de personas o animales en situaciones catastróficas. Posiblemente esta idea vino tras la impotencia de ver desde nuestras teles el terremoto que sacudió a Nepal el 25 de abril de ese mismo año, y querer ayudar de alguna forma.
Nace BeFound
Hicimos un análisis de mercado y ya existían algunas soluciones: unos radares enormes y pesados, y sobre todo, los perros, fieles compañeros y perfectos buscadores de aquello para lo que se les entrene.
Por tanto, nuestra idea tenía que ser barata, para que pudiera ser adquirida sin tener que hacer una gran inversión; y ligera, para poder transportarla y usarla rápidamente. Con esta premisa decidimos que el cerebro iba a ser una placa Arduino.
Como se trataba de un buscador necesitábamos detectar los objetivos (personas o animales) y los obstáculos (escombros, tierra, etc.), así que incluímos en el sistema una cámara con infrarrojos.
Siguiendo con la idea de poder ayudar en una situación catastrófica, donde el tiempo es primordial, decidimos que nuestro sistema tenía que recorrer un área suficientemente grande en muy poco tiempo, así que lo que íbamos a hacer es desarrollar un cacharrito que se pudiera enganchar a un dron. Por si el sistema de por sí no fuera ya complejo, ahora vamos y lo complicamos más.
Además, añadimos un radar y dotamos de conexión WiFi al sistema.
Nos estábamos volviendo a enamorar de nuestra idea
Se nos estaba yendo de las manos el desarrollo. Solo lo mejorábamos. Para nosotras. Sin lanzarlo.
Sabiendo lo que nos había pasado con Rutea Canarias, y mira que somos torpes, pero no podíamos tropezar en la misma piedra dos veces. Así que nos fuimos a presentarlo.
Pensamos que quizás algún cuerpo de emergencias estaría interesado. No es por nada, pero la idea era buena. Menudo chasco nos llevamos. Después de varias reuniones, de lo que más nos acordamos es de la frase «¿para qué se lo voy a comprar a ustedes si ya está empresa_electrodomésticos_tocha?».
Sí, existían empresas grandes con más recursos y mejores que nosotras, pero teníamos un buen producto y somos locales. ¿No se supone que debemos apoyarnos entre nosotros?
Poniéndole fin a otro proyecto
BeFound estuvo vivo 2 años. Fue un proyecto técnicamente complejo, con el que no conseguimos dar en la tecla para lanzarlo al estrellato.
Hoy en día ya existen soluciones parecidas a lo que queríamos hacer, por lo que no tendría sentido volver a retomarlo.