Imagen destacada extraída de Submarine Cable Map.
Sabemos que vivimos en la era de la conectividad, a estas alturas no hace falta que venga nadie a contárnoslo. No tenemos más que echar un simple vistazo a los objetos que tenemos más a mano, bien sea nuestro móvil, tableta u ordenador, para ser conscientes de ello. Nos pasamos gran parte del día conectados a internet de alguna u otra manera. No vamos a echar aquí cuentas de las horas exactas que hay veces que es mejor vivir en la ignorancia.
Pero, alguna vez te has parado a pensar cómo un mensaje que envías desde tu casa logra cruzar mares y océanos y llegar, por ejemplo, a Estados Unidos. ¿Cómo puede ser que hayamos conseguido interconectar todos los continentes y países si entre algunos existe una clara separación física? Los tecnólogos llevan desde mediados del siglo XIX trabajando para que nuestros datos sean capaces de surcar los mares. En 1858 se instaló el primer cable submarino del que hoy vamos a conocer un poquito más.
¿Qué es un cable submarino?
Si simplificamos mucho, el funcionamiento de un cable submarino no deja de ser el mismo que el del cable de red que tiramos entre nuestro router y nuestro ordenador, pero a mayor escala. Su objetivo principal es conectar un punto con otro.
El grosor de estos cables suele estar por debajo de los 2 cm y en su interior encontramos varias fibras ópticas a través de las cuales viajan los datos. La clave para su correcta conservación y mantenimiento son las protecciones que van recubriendo dichas fibras. La protección consta de varias capas cuyos materiales y grosor se establecen en función de la ubicación que vaya a tener el cable.
El ancho de banda que es capaz de transmitir varía, hoy en día hablamos de terabits por segundo. Sin embargo, algunos cables que llevan unos añitos surcando los mares se han quedado obsoletos no porque hayan dejado de funcionar, sino porque las capacidades que ofrecen son muy bajas para lo que hoy en día se necesita. La tecnología ha ido evolucionando desde que se instalaron.
Tradicionalmente los cables submarinos pertenecían a operadores de telecomunicaciones, pero en los últimos años se ha visto un cambio de paradigma. Cada vez son más las empresas tecnológicas, de forma individual o uniéndose a otras, las que han apostado por instalar un cable submarino. Microsoft, Facebook o Google son algunas de las que cuentan con cables propios.
Su instalación
Antes de hacer nada es indispensable realizar estudios previos que analizan la viabilidad económica y técnica del proyecto. Serán estos los que nos den la luz verde para continuar con la instalación.
En cada caso, se estudia cuál debe ser la ruta que ha de seguir el cable. La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, pero rara vez es la elegida para instalar un cable submarino. Se tienen en cuenta cómo son las profundidades de la zona, las áreas de pesca y un sinfín de parámetros más con el fin de garantizar en la medida de lo posible que nada va a ocasionar daños en el futuro. Luego llega otra batalla, la burocrática, se necesitan ciertos permisos para poder proceder a la instalación de un cable. Una vez solventada toda la fase previa ya sí que podemos ponernos a tirar cable propiamente dicho. Esto se suele hacer con unas embarcaciones especialmente diseñadas para ello que llevan las bobinas de cable enrollado y lo van desplegando a medida que van navegando.
Visto desde fuera se puede pensar que lo más complejo de la instalación de un cable submarino es la tecnología, que lo es, pero los profesionales del sector confiesan que suele ser la parte burocrática la que más lata les da. Encima, esta tarea se complica cuantos más países con estación de amarre tenga el trazado de ese cable.
Datos curiosos
En nuestros mares y océanos podemos encontrar más de 400 cables submarinos, uniendo la longitud de todos ellos tendríamos unos 3 millones de kilómetros de cable. La de vueltas a la Tierra que podríamos dar con esa extensión.
Existen cables de infinidad de longitudes en función de los lugares que conecten, de los ya instalados el más largo de todos mide 39.000 km y une Australia con Bélgica pasando por multitud de puntos de amarre en Asia, África y Europa. Aunque ya hay uno planificado que lo superará, su instalación está prevista en los próximos 2 años.
El cable más rápido de los actualmente instalados pasa por España, concretamente por Bilbao, y recorre todo el océano Atlántico hasta llegar a Virginia Beach. Recibe el nombre de Marea, tiene más de 6.600 km de longitud y es capaz de transmitir hasta 200 terabits por segundo.
Quizás porque no los vemos no somos conscientes de la importancia que tienen los cables submarinos para nuestras comunicaciones. Sin embargo, nada más y nada menos que el 98% de las comunicaciones viajan a través de algún cable. Por tanto, son una pieza fundamental para que nuestros datos lleguen a buen puerto.
Los cables se diseñan para que tenga una vida útil de unos 25 años, pero en un entorno tan desfavorable pueden ocurrir imprevistos, provocados o derivados de catástrofes naturales. Por ello, la mayoría de las veces se trabaja con redundancia, es decir, más de un cable que realice el mismo trazado o similar de forma que contemos con un plan B en caso de fallo. Y aunque parezca increíble según el tipo de avería pueden ser reparados, esta tarea habitualmente se realiza en superficie reflotando el tramo que ha sido dañado.
Y, por último, un dato relacionado con la actualidad que está viviendo La Palma. Ante la erupción del volcán en la que parte de las infraestructuras de la isla están siendo arrasadas por las coladas de lava se llegó a plantear qué pasaría con las comunicaciones, si se verían afectadas. A La Palma llegan 3 cables submarinos, 2 de ellos unen la isla con Tenerife y el tercero con La Gomera. Estos se encuentran ubicados por el lado este de la isla y, por tanto, han quedado a salvo de cualquier posible daño.
Quizás a partir de ahora cuando vayamos al mar miremos al fondo en busca de uno de estos cables. Aunque salvo que estemos muy cerca de un punto de amarre es muy difícil que los veamos.