Alexander Graham Bell

Graham Bell, un legado de invenciones

En una publicación anterior conocimos a John Baird (enlace), quien el 27 de enero de 1926 hacía público su invento ante la Royal Institution. Su invento era, ni más ni menos que la televisión.

Dos días y unos cuantos años antes, el 25 de enero de 1915, se realizó la primera llamada telefónica transcontinental. La recibió Thomas Watson en San Francisco (California) desde Nueva York, ¿quién la envió?

Graham Bell, el sonido y el lenguaje

Alexander Bell nació el 3 de marzo de 1847 en Edimburgo. Con 10 años pidió tener un segundo nombre, al igual que ya tenían sus dos hermanos, así que para su undécimo cumpleaños sus padres se lo concedieron, siendo el nombre elegido Graham.

Le fascinaba el sonido y el lenguaje, tenía talento para el arte y la música, y además, su familia se dedicaba a la locución y corrección de la pronunciación, siendo educado en dicha profesión. Con doce años, su madre se quedó sorda por lo que desarrollaron entre los dos un lenguaje de señas que les permitiera comunicarse. No sería su única creación.

En 1870, a la edad de 23 años, Graham se mudó a Canadá, junto a sus padres. Un año después se iría a Boston, Estados Unidos, donde fundaría una escuela para sordomudos, que posteriormente se integraría en la Universidad de Boston, siendo profesor de fisiología vocal. Se había creado una gran reputación debido a los buenos resultados de su trabajo.

“Watson, venga aquí, le necesito”

En 1874, empezó a desarrollar lo que sería su invento estrella: el teléfono. Para ello se basó en el telégrafo armónico en el que estaba trabajando. Se le ocurrió que utilizando varias lengüetas de metal sintonizadas a diferentes frecuencias se podría convertir la corriente en sonido.

Por un lado, contaba con el apoyo de dos inversores Gardiner Hubbard y Thomas Sanders; y por otro, conoció al diseñador eléctrico Thomas A. Watson. Con el dinero de los primeros contrató al segundo, con el que continuó trabajando en la telegrafía armónica.

Dos años después, en 1876, patentó el teléfono. La primera frase que se transmitió fue “Watson, venga aquí, le necesito” y la dijo el propio Graham Bell. Un año después fundó Bell Telephone Company.

A Graham Bell se le ha reconocido siempre como el inventor del teléfono pese a las múltiples acusaciones sobre su proceder. Según cuenta la historia, Elisha Gray presentó una patente sobre un diseño de teléfono que utilizaba un transmisor de agua el mismo día que la presentó el abogado de Bell. La patente se le concedió a Bell, quien posteriormente consiguió que su teléfono funcionara gracias a un aparato similar al patentado por Elisha Gray. Finalmente se reconoció a Antonio Meucci como inventor del teléfono el 11 de junio de 2002, pero esta es otra historia que ya conocemos (enlace).

Un largo historial de invenciones

Tuvo 18 patentes a su nombre y 12 más con sus colaboradores, entre las cuales se encuentran:

  • La balanza de inducción, mejor conocido como detector de metales
  • El fotófono, un aparato que transmite sonidos a través de rayos de luz
  • El audímetro, que permitía medir los sonidos.
  • El aerodelizador o hidroplano.

A Graham Bell no le conocimos como persona, como a casi todas las celebridades que pasan por este Blog, y por ello nos tenemos que hacer una idea de cómo era a través de los documentos, escritos y conversaciones que existen de aquella época. No entraremos a juzgar lo que sucedió con el teléfono y el juego, digamos feo, que rodeó toda esta historia. Pero debemos destacar el gran legado que dejó y como, probablemente, sin él hoy la actualidad sería bien diferente.

“Nunca andes por el camino trazado pues te conducirá a donde otros ya fueron” – Alexander Graham Bell

¡Ironías de la vida!

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