Hoy queremos descubrirles a Mary Allen Wilkes. Ella es de esas celebridades que desde que lees un poco sobre su vida te preguntas porqué nunca habías escuchado hablar de esta persona.
Como iremos viendo a lo largo de este artículo, Mary es una mujer que nació para romper estereotipos, a veces sin tan siquiera proponérselo.
Conociendo a Mary Allen Wilkes
Nació en Chicago el 25 de septiembre de 1937 en el seno de una familia tradicional y más bien conservadora. Con ello se topó de frente cuando se le ocurrió decir en casa que le gustaría ser abogada de mayor. Sus padres truncaron su sueño sobre la marcha, al menos por el momento, porque no era apropiado que en aquella época una mujer se dedicara al derecho. Su alternativa fue estudiar filosofía en Wellesley.
Mientras cursaba una asignatura de geografía, el profesor pronosticó cuál sería su profesión. Había visto en ella un talento destacado y supo claramente que sería programadora porque tenía una «mente lógica». No iba desencaminado, ya que años después empezó a trabajar en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Este es un claro ejemplo de cómo un profesor puede condicionar tu futuro, para bien o para mal.
Mary buscaba un trabajo que se alejara de lo estándar y se planteó ser programadora. En los años 50 muchas eran las mujeres que trabajaban en informática, pese a que se haya tardado años en reconocerlo y valorarlo. Ya les hemos hablado en este blog de, por ejemplo, las figuras ocultas. Así que en 1959 se presentó a una prueba de acceso en el MIT. Tal fue su osadía que ni se molestó en prepararla a conciencia, como hubiéramos hecho cualquiera de nosotros. A pesar de no saber programar, a los investigadores que la evaluaban les deslumbró su pensamiento lógico y cómo planteó la solución. La aceptaron sin dudarlo. A fin de cuentas lo importante no es cuál ni cuántos lenguajes de programación domines sino cómo planteas la solución al problema a resolver.
Tuvo la osadía de ser programadora
Sus primeros pasos en el mundo de la programación fueron de la mano de las famosas tarjetas perforadas, láminas de cartulina que servían para codificar software. A Mary le entretenía muchísimo esta tarea a pesar de ser tediosa. Sus responsabilidades en el Lincoln Laboratory fueron creciendo y pasó a desarrollar un sistema de reconocimiento de voz. Recordemos que hablamos de los años 60 y que su setup era un IBM 704 junto a un IBM 709.
Posteriormente, contribuyó a la creación de LINC, un ordenador innovador. En este proyecto ella estuvo a cargo del diseño, de la distribución de los botones e interruptores que tenía. Muchos lo consideran el primer ordenador personal, aunque existe cierta controversia sobre la veracidad de esta afirmación. Lo podemos dejar en que fue uno de los primeros, de eso no hay duda. Mary también se encargó de programar el sistema operativo del LAP6, nombre con el que se conoce al LINC. Ese ordenador llegó a disponer de un editor de documentos, muy similar a las herramientas de ofimática que usamos en la actualidad. Todo un avance para la época.
Como el ordenador estaba pensado para ser usado por terceros como, por ejemplo, el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, elaboró un manual de uso que permitiera a personas sin conocimientos técnicos usarlo. Así en 1962 pudieron analizar respuestas neuronales con el LAP6.
¿Y lo del teletrabajo que pone el título de este artículo?
Y a estas alturas te estarás preguntando de dónde nace que se le conozca como la precursora del teletrabajo, tema que abordamos en nuestra última publicación. Pues como muchos inventos y descubrimientos de este mundo, de la necesidad. Su equipo se trasladó a Washington, pero ella debía cuidar de su madre enferma y no podía acompañarles. Buscaron una solución y decidieron instalarle un ordenador en su casa gracias al cual podía seguir contribuyendo al proyecto. Y así como quien no quiere la cosa, pasó a ser la primera persona con un ordenador personal en casa. Paradojas de la vida, una persona que si hubiera seguido el cauce «normal» de su vida podría haber sido ama de casa, acabó volviendo a casa pero para programar. Siendo algo exageradas podríamos decir que en parte gracias a ella, que dio los primeros pasos, muchos hemos sobrevivido laboralmente esta pandemia que nos ha tocado vivir.
Persiguiendo los sueños
Si pensaban que con esto ya estaba encaminado el futuro laboral de Mary, nada más lejos de la realidad. Ella quería ser abogada, y aunque no le dejaron, ella seguía queriendo serlo. No podía no cumplir su sueño y en 1972 dejó la informática para licenciarse en derecho. Ejerció la abogacía hasta que se jubiló. Ya sabemos que el que la sigue, la consigue. Tanto que solemos comentar la importancia de que las nuevas generaciones tengan referencias en las que inspirarse, creemos que Mary Allen Wilkes cumple con creces este rol.