Raspberry Pi y disco duro, que componen CopiCloud

¿Por qué quedarnos con un Nextcloud pudiendo tener dos?

Hace poco más de un año comenzamos nuestras peripecias con Nextcloud. Después de mucho cacharrear conseguimos tener nuestro propio sistema de almacenamiento totalmente funcional y colaborativo: The Tinkers Cloud 2.0.  

Como les decimos estamos la mar de encantadas con nuestro sistema y no paramos de trastear con él: que si actualizarlo, que si optimizarlo, que si implementar medidas de seguridad, que si probar aplicaciones, etc. Vamos, que aburrirnos, lo que se dice aburrirnos, no lo hacemos 😀

Y entonces, ¿qué es lo que te vamos a contar aquí? Conociéndonos, ¿qué crees que va a ser? ¡que hemos tenido otra idea!

A por un segundo Nextcloud

¡Claro que sí! ¿Por qué quedarnos con uno si podemos tener dos? 

La realidad es que queríamos montar un servidor de copia automática, y que además pudiéramos colocar en una ubicación diferente de dónde tenemos el principal. Ya sabes, mejor prevenir que curar.

Con esta idea en mente y sabiendo que teníamos una Raspberry Pi abandonada, decidimos ponernos manos a la obra.

Antes de meternos en cómo lo llevamos a cabo, les ponemos en situación:

La idea era meter el cliente de Nextcloud a una Raspberry Pi Model 3, y a ser posible con cero complicaciones.

Vuelta los quebraderos de cabeza

Digamos que íbamos a hacer una especie de «la historia se repite» pero más simple, ya que esta vez no teníamos que crear un servidor de Nextcloud sino un cliente. 

Después de hacer toda la parte del disco duro, lo siguiente fue darle vidilla a la Raspberry Pi e instalar Raspberry Pi OS. Tenemos que confesar que pecamos de motivadas y ni nos informamos, ni nos preparamos, simplemente «tiramos pa’lante».

Resulta que no hay cliente de Nextcloud para Raspberry Pi OS.

Ahora sí, pensando un poco y haciendo las cosas con cabeza, más o menos, porque está claro que lo nuestro no es ir por el camino de rosas, decidimos meterle una distribución de Linux, concretamente Lubuntu. 

Si les somos sinceras, tampoco estuvimos finas con esta decisión, especialmente porque lo que hicimos fue otra vez un «tira pa’lante» y dale a «Siguiente», «Siguiente», «Anda, ya tenemos el sistema funcionando en la Raspi», «Mierda, esto tarda mucho en reaccionar».

Recuerden que habíamos cambiado nuestra Raspberry Pi porque se nos había quedado obsoleta, realmente y verdaderamente obsoleta, tan obsoleta que mover el ratón era cuestión de más de 10 minutos.

Así que tocaba sentarse a analizar bien qué queríamos y cómo podíamos conseguirlo. Destacar que queríamos un sistema operativo con interfaz gráfica porque la idea era poder usar la Raspi para otras tareas. Por tanto, el sistema tenía que ser lo más liviano posible.

Para no aburrirles con la parte técnica, básicamente en el tercer intento lo que hicimos fue no dejar el administrador de pantallas por defecto e instalamos uno más ligero. De esta forma, y después de alguna que otra peleilla concreta, terminamos teniendo Lubuntu en la Raspberry Pi.

Nace CopiCloud

Visto el panorama decidimos que esta Raspi se iba a quedar única y exclusivamente para el cliente de Nextcloud, el cual pudimos poner sin problemas.

Lo último que hicimos fue trasladarlo a otra ubicación, y así ya tenemos nuestro servidor de copia operativo. ¡Hola, CopiCloud!

Scroll al inicio